jueves, 12 de abril de 2007

Mordida de Labios

Esos labios atenazados, empapados con la saliva de su tercer amante del mes estaban más secos de lo normal. Quizás el placer de la última hora dejó exhausta su garganta después de las sucesivas bocanadas de aire introducido por la boca. La nariz no ofrecía suficiente oxígeno. La boca ajena sabía distinto a las anteriores y distinta a todas las conocidas ya que no hay dos labios del mismo sabor. El olor de su piel se antojaba poco varonil, pero sus músculos y sus movimientos reflejaban la masculinidad que ella buscaba hace tiempo. Ella esperaba que fueran los primeros orgasmos de largas y frecuentes sesiones de sexo maduro. Él tenía una leve herida en su labio inferior, consecuencia de un intencionado bocado proporcionado por aquella muchacha de tez empolvada mientras la penetraba por detrás, de pie y en una ducha transformada en sauna. No sentía esa grieta, sólo sentía pinchazos en su miembro después de correrse sobre el tatuaje que adornaba la espalda de la mujer. Los dos pares de labios estaban secos, olían a sexo y querían más.